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Ciudades sostenibles: las Smart Cities

¿Qué es una ciudad sostenible?

Sostenibilidad, en términos de desarrollo, significa aquella gestión que asegura las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de futuras generaciones. Por tanto podríamos decir que una ciudad sostenible es aquella que provee a sus ciudadanos de servicios y comodidades pensando en las futuras generaciones. Hablamos de transportes sostenibles, de autoabastecimiento energético, de gestión inteligente de residuos. También hablamos de una buena distribución de espacios verdes, de una gestión eficiente de recursos, de una ciudad que cuida la calidad del aire y controla, buscando disminuir, las emisiones de CO2 y otras formas de contaminación. Hablamos de una ciudad que se construye y transforma a si misma respetando principios de igualdad, ecología, educación y salud entre otros. Hablamos de ciudades en las que se respeta sus habitantes y los de las futuras generaciones.

El concepto de Smart City está cada vez más “de moda” aunque si lo pensamos bien, las ciudades no pueden darse el lujo de no ser sostenibles. Es ya una obligación. El crecimiento económico y demográfico que estamos viviendo, junto con la movilización de las personas de entornos rurales a entornos urbanos hace que las ciudades cada vez tengan la necesidad de acoger más habitantes. Mas ciudadanos significa, no solo más recaudación en impuestos sino también más consumo energético, más personas que se mueven y por tanto más soluciones de movilidad, mayor consumo de agua y gas, mayor probabilidad de conflictos sociales, menor cantidad de espacios verdes por la necesidad de urbanizar espacios que quizá antes eran pulmones de la ciudad. Significa más contaminación, mayor cantidad de residuos a gestionar.

Las administraciones públicas y privadas tienen un gran reto, gestionar el crecimiento de las ciudades buscando un equilibrio entre los intereses de todos los involucrados: empresas, administraciones y ciudadanos. Los ciudadanos tenemos el deber de conocer estas amenazas y de exigir a nuestras administraciones una mejor gestión, una gestión inteligente del crecimiento de las ciudades.

Todo crecimiento viene acompañado de modificaciones. Esas modificaciones pueden estar gestionadas o no pero, la mayoría de las veces, esas modificaciones son vistas con recelo. Una ciudad que crece significa más gente en el transporte urbano, significa más pisos donde antes quizá había un solar, agrega más ruido en las calles, genera más residuos. Un tipo de gestión es ir “solucionando” a medida que se presentan los problemas, otro tipo de gestión es anticiparse de manera inteligente a esos cambios inevitables que generará el mismo crecimiento. Como ciudadanos debemos adaptarnos a los cambios que se viven en la ciudad y si consideramos que los cambios no se están gestionando de la mejor manera deberíamos buscar la manera de participar y fomentar otro tipo de crecimiento.

¿Cuáles son los principales ejes de actuación en las ciudades?

Las administraciones gestionan una serie de servicios, a veces directamente y otras veces por medio de empresas privadas con mayor o menor control sobre las mismas pero siempre con la posibilidad de regularlo.

Una ciudad debe garantizar el abastecimiento de energía, gas y agua a sus habitantes. Si la ciudad crece implicará mejorar la red, intentar disminuir los consumos y promover la búsqueda de energías alternativas. Una ciudad sostenible se autoabastecería de energía. Aunque esto en la práctica es muy difícil, ya hay ciudades que fomentan los edificios energéticamente autosuficientes, o ciudades que están implementando sistemas para disminuir el consumo de energías no renovables, como por ejemplo, pavimentos inteligentes que producen la energía con la que se iluminan las calles.

Una ciudad también debe garantizar la gestión de los residuos. Esto significa que mientras más habitantes mayor cantidad de residuos deberá gestionar y esconderlos en pozos cada vez más profundos no es una solución sostenible. Las alternativas sostenibles pasan por aumentar el porcentaje de reciclaje, de las empresas y de los hogares particulares. Fomentar la reducción de residuos, por ejemplo con regulación de packagings de productos. Fomentar la reutilización, en la industria de materias primas por ejemplo, como el caso de Relevo, que para fabricar sus bolsas de residuos utiliza plástico 100% reciclado que recupera gracias a que existe una gestión de reciclaje de residuos.

Una ciudad sostenible controla el crecimiento urbano y sus infraestructuras. Cada ciudad debería conocer y establecer su límite de crecimiento urbano analizando diversos ejes para establecerlo. En este punto podríamos agregar la movilidad, las ciudades deberían hacer del transporte urbano la principal vía de movilidad de sus ciudadanos y para ello se necesita que la ciudad tenga un desarrollo orientado al transporte. Fomentar opciones alternativas, aumentar carriles para bicicletas por ejemplo y crear una buena red de transporte público que haga que no tenga sentido coger el coche propio para trasladarse dentro de la ciudad.

El turismo es otro de los ejes que debería pensar toda ciudad. Las ciudades de por si atraen turismo, algunas más y otras menos. El turismo también debería gestionarse de manera sostenible. El turismo genera conflictos sociales en algunas ciudades, genera más residuos en zonas específicas, genera la necesidad de proveer con más servicios algunas zonas y la gestión de estos cambios no siempre se realiza analizando la problemática en conjunto.

Una ciudad sostenible también debería gestionar la calidad del aire que respiran sus ciudadanos, no solamente por la calidad de vida que le da a sus habitantes sino también porque esto afectará la salud de las personas que viven en ella y puede convertirse en un problema de salud si no se gestiona. Además de las consecuencias en el cambio climático a mediano y largo plazo. Las emisiones de C02 por tanto deberían estar controladas y reguladas.

El desarrollo y el crecimiento tiene sus ventajas y desventajas. Algunas de esas desventajas pueden controlarse y de hecho algunas deben controlarse y gestionarse para garantizar la sostenibilidad. Podemos seguir creciendo sin que eso se convierta en un problema para las generaciones venideras.

Las ciudades inteligentes han dejado de ser una utopía para convertirse en un imperativo.

 

 

2 comentarios

  1. Sería un cambio para mejor que las ciudades actuales fuesen convirtiendose de a poco en ciudades sostenibles, que cuiden nuestro planeta, y nos provean de lo necesario para mejorar nuestra salud.
    Es posible que si todos aportáramos nuestro granito de arena, ese futuro soñado esté cerca.
    Saludos.
    Alejandra

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